.::Shock of the Queen::. - Zona Rol -

**El inframundo aquel lugar donde van las almas en pena a pagar sus pecados donde recordaría cada uno reviviéndolos uno y otra vez.
Pero dentro de aquel lugar que para algunos podría ser mortal, se encontraban las 108 estrellas del mal que protegían no solo aquellas tierras sino a su dios, aquel que rige sobre los muertos, aquel hermano de Zeus que tiene el mismo poder que aquel que rige sobre los mismos dioses, aquel dios benevolente Hades.

Pero a pesar de que siempre los espectros se mostraban ante la regente ante la falta de su dueño, había uno que siempre prefería la soledad, no le interesaba en absoluto los demás lacayos de su amo, incluso la misma heraldo , para aquella persona eran simples mosquitos, aquellos que zumban por la noche e te impiden dormir , así de molestos e inservibles los creía.

Dentro de aquel castillo en una parte mas apartada del resto, se encontraba algunos baños termales, todo aquel escenario parecería de ensueño en un lugar tan lúgubre , aquel baño termal decorado con aves y lleno de vapor que impedía ver con verdad cierta quien se bañaba allí, a los costados había mujeres de negro que se les impedía verles el rostro por aquellos velos que cubrían sus faz
Mas por debajo de aquellas telas, aquellas mujeres temían de aquella persona que se encontraban en sus aguas, no era alguien común, ni siquiera a los demás Jueces que eran quienes podían igualar su poder y determinación, aquella mujer que se bañaba en las aguas, no tenia compasión ni sentimientos, era como diría un dicho solo…” una arma para matar” y la única persona a quien ella obedece no se encontraba.

Lentamente aquella mujer de cabellos azabaches se levanto y Salió desde las aguas, mientras que el vapor se disipaba dejando ver a aquella mujer, y que bella era! Sus cabellos ahora empapados caían sobre sus hombros y su piel blanquecina, que parecía tan delicada y suave como la porcelana fría que daba la sensación de que si la tomabas con un poco de fuerza podría romperse, sus ojos aquellos negros y profundos tenían aquella tonada de superioridad y grandeza incluso debajo de sus ojos había 3 pequeños puntos, donde hace tiempo atrás se los marcaban a los que eran de la realeza, y su cuerpo escultural y femenino que no tenia nada que envidiar a la misma afrodita, así era aquella mujer la cual se dejo secar su cuerpo por aquellas sirvientas, pero para la desgracia de una de ellas, esta la seco un poco de mas haciendo demasiada fricción contra su cuerpo, la pelinegro la miro de reojo con el gesto fruncido y aquella mujer sintió un verdadero terror

Ni siquiera…- dijo finalmente la femenina de cabellos negros, su voz era mueve pero al mismo tiempo muy severa- la servidumbre de esta época sirve de algo…- volteo a verla y sonrió dulcemente- sabes lo que le hacia a los esclavos cuando se equivocaban? – aquella dama de negro sintió un escalofrió por todo su cuerpo, y mas aun cuando sintió la mano de ella tomando su rostro dejándola incapaz de moverse por la presión que hizo con ella- la castigaba …severamente

dijo finalmente con una pequeña sonrisa irónica, y la mujer comenzó a arder en llamas negras completamente, sus gritos y chillidos se escuchaban con fuerza por todo el lugar, mientras que las otras mujeres salieron corriendo espantadas para no correr la misma suerte que aquella compañera, mas Soraya pues aquel era el nombre de la dama de cabellos azabaches miraba arder a aquella mujer volviendo a su rostro frió y gélido….una vez que se achicharro lo suficiente aun con su cuerpo desnudo comenzó a caminar y salir de aquel baño , caminando aquellos pasillos hasta detenerse en una ventana y ver hacia fuera, quedándose viendo aquel pasaje vació.

Mi señor…..una señal……solo una…….denme solo una mínima señal para que esta ave vuele hasta su encuentro……solo una

Si no fuera por aquel gesto fruncido, cualquiera pensaría que aquellas palabras habían salido con algo de “afecto” , mas quizás eso seria verdad, siguió su camino dejando aquellas palabras en el aire que quizás llegarían a su destino, una vez abierto una de las tantas puertas de aquel pasillo pudo ver aquella armadura de Bennu la que le fue otorgada cuando el alma de su señor le devolvió la vida, desde ese día se juro a si misma servirlo, mas a ella no le importaba la guerra santa, ni Athena, ni los santos dorados, ni siquiera todos los demás dioses del Olimpo, solo el…nada mas que el, solo a el quería servir y proteger, era amor? Era fascinación? O solo el había segado nuevamente los ojos negros de ella?, no importaba nada, no importaba los motivos, ni los verdaderos sentimientos, nada….eso solo le quedaba nada, hasta que el volviera de nuevo, por aquellos pensamientos tan profundos la armadura reacciono envolviendo su cuerpo.

Cuanto más tendría que esperar?**
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El Inframundo...

A pesar de la falta de Dios del que se encontraba en estes momentos, el reino de la muerte estaba tremendamente bien organizado. El que las almas de los Espectros fuesen siempre las del mismo sujeto, en cada era, facilitaba enormemente las tareas en el Inframundo, un lugar que era minuciosamente controlado. Donde no se podía permitir nadie el más mínimo fallo. Ventaja que no tenía el Santuario de Athena, por ejemplo.

Ahora bien, en aquel lugar oscuro y lúgubre, solo iluminado por unas antorchas donde el fuego se agitaba, lenta y crepitantemente, se encontraba uno de los Espectros más rebeldes y antisociales de todo el Reino de Hades. Pero también el más fiel, fiero y entregado, según la opinión de algunos.

Cuando de los labios de la mujer salieron aquellas palabras, aquel nimio susurro, algo sucedió. Las llamas de las antorchas crecieron en tamaño y calor, de manera repentina y sorprendente, hasta alcanzar prácticamente el techo de aquel recinto para, acto seguido, de la misma forma en que ésto sucedió, todas se apagaron, dejando el lugar en la más absoluta oscuridad. Las doncellas que atendían a Soraya se empezaron a poner nerviosas y a murmurar. Aunque acostumbrados, todos los miembros de aquel lúgubre reino, a la penumbra y oscuridad, la de ahora era pesada, opresiva. Magnánima. Como si algo más hubiese en aquel recinto, una presencia inimaginable y todopoderosa.

Una de las antorchas apagadas, la principal y más grande, volvió a iluminarse. Pero no con el característico fuego anaranjado. Era un fuego negro y violáceo, como los fuegos fatuos de los muertos, con la única diferencia de que era una llama poderosa, que parecía quemar incluso hasta el alma. Las doncellas que, hasta ahora, habían estado atendiendo a Soraya, retrocedieron impresionadas, y se agacharon en señal de respeto y sumisión. Un par de ojos de fuego parecieron posarse sobre Bennu.

- Soraya...

Aquella voz, tétrica pero familiar al mismo tiempo, atravesó no solo los oídos de la susodicha, sino también su cerebro, pues aunque el idioma en el que aquella presencia divina no era el actual, sino el griego de hacía siglos, era perfectamente entendible en la cabecita de aquella mujer. Incluso el tono... parecía casi paternal.

Cuando Soraya tenia la armadura sobre su cuerpo, recordó aquel día que había vuelto a nacer….cuando salio entre la tierra misma para volver a sentir dolor en su cuerpo, y allí estaba EL, como no podría servirlo fielmente? El era quien le dio inicio nuevamente a todo
Fue así que en un instante todas las antorchas se apagaron y la oscuridad invadió todo el lugar, la femenina miro hacia los lados, a pesar de estar todo oscuro, como no podría ver ella si ella misma era oscuridad absoluta? Pero algo…había entrado al lugar, lo sentía en su cuerpo y en su alma, mas cuando aquella antorcha se prendió con aquel fuego negro y con tonalidades violetas entendió, EL había respondido a su llamado, apoyo su rodilla derecha en el suelo y como forma de reverencia se quedo así bajando su cabeza frente a la antorcha, cuando su nombre fue reproducido en la mente de la joven pelinegro, y que bello sonaba, como aquella vez……su corazón latió fuertemente ante aquel sonido, y sus mejillas suavemente se ruborizaron, su nombre no podía sonar mas bello y mas hermoso que de aquella voz, el era el único que podía llamarla así…y no se arrepentía de eso

mi señor…

dijo con un leve tono de cariño, mas no podía ocultarlo su corazón parecía salirse de su boca por la alegría producida, no le hablaba a aquella suripanta mujer que tenia de heraldo, ni aquellos mosquitos insufribles que eran los demás espectros, solo a ella…y a nadie mas que a ella….mas feliz era imposible de estar.

Dígame mi amo y señor…que puede hacer Soraya de Bennu estrella celeste de la violencia por su eminencia?

Mantuvo aquella posición de sumo respeto y sumisión, para el único ser que ella reconocería como su amo y al cual había decidido proteger.

Aquella miríada de llamas entrelazadas en una más grande casi pareció sonreír, casi. Pues el fuego no hace tales gestos, ¿verdad? Pero aquello era distinto, aquella alma divina podía notar, percibir, tocar todos y cada uno de los sentires de aquella hermosa mujer. Tan hermosa como letal y rebelde. Pocos Espectros habían despertado aún, pero eso no quería decir que los peones no debiesen comenzar a moverse. Y a Hades, le encantaba jugar su particular partida de ajedrez.

Las gemas que parecían ojos en llamas, en aquella más grande y consistente, se posaron fija y penetrantemente sobre la Espectro de Bennu. Era un perro. Un perro de afilados colmillos y tremendamente bien entrenado. Uno que, siempre había procurado, jamás mordiese la mano de quien le daba de comer. Y él sabía como alimentar a ese mastín del Infierno. A esa ave de presa.

- Partirás del Inframundo a una misión. - Aunque su voz no era gruesa, su tono suave ya era imperativo de por sí. Un gobernante que sabía exactamente como mandar sin tan siquiera tener que alzar el tono de voz. Totalmente al contrario, cuanto más suave era... Más peligroso se volvía.

Algunas lenguas de fuego se escaparon de la llama principal, y se extendieron formando una especie de gran muro. Uno que comenzó a mostrar distintas imágenes ígneas del exterior. Primeramente, del Santuario de Athena, pues nada se escapaba a la voluntad de uno de los tres Grandes.

Diferentes secciones de aquel recinto sagrado atheniense fueron mostradas, hasta que, finalmente, la imagen se posó completa y nítidamente en el más alto de los Templos que allí se encontraban. Aquel que, custodiado por la gran estatua de Palas Dorada, se alzaba por sobre todos los demás.

- Mi pequeña sobrina todavía no despierta en esta era, pero eso no es suficiente motivo para no movernos nosotors. - La mayoría de sus Espectros sabían que, inicialmente, Hades no atacaría el Santuario mientras éste no tuviese una regente. Era el dios del Inframundo, los muertos y la Oscuridad. Pero era, aunque muchos así no lo creyesen, el más justo de todos. Que quisiera apoderarse de la Tierra no quería decir que fuese un tramposo o un desconsiderado. Una Guerra Santa era una lucha noble, donde ambos bandos ponían a prueba la fuerza de sus ideales y peleaban íntegramente por ellos. Fuese como fuese, aquella imagen del Santuario se difuminó, consumida por las llamas y, seguidamente, otra fue superpuesta: las tierras heladas de Asgard. - El Norte siempre fue el aliado del Santuario, donde se dice se guarda el equilibrio del mundo de los mortales. Pero muchos errores se han cometido en la última encarnación de Athena y actualmente el Norte se encuentra desprotegido.

Tras esas palabras, el silencio inundó, momentáneamente, el lugar, mientras la enorme estatua de Odín se veía claramente en aquella pantalla ígnea. La oscuridad se hizo más espesa, abrazando y acariciando la piel y los sentidos de Bennu, en toda la extensión de la palabra. Al menos... Antes de que aquella divina voz volviese a tomar acto de presencia.

- Y de eses errores, nos aprovecharemos nosotros, mi pequeña ave de fuego... - Volvió a pronunciar, con un melodioso siseo. - Manejados por mi hermano Poseidón, esquilmados y asesinados por Athena y sus santos en el último enfrentamiento entre Grecia y Asgard, sus fuerzas están mermadas... Ofréceles el apoyo del Inframundo. - Sentenció. - Una alianza donde sus guerreros jamás perecerán.

La pelinegro estaba feliz, no podía creer que finalmente su señor se habría acercado a ella como aquella vez en el cementerio, no había duda el la había elegido entre todos los demás vasallos para transmitirle un mensaje, y eso hacia que su corazón bombeara con fuerza, y sus mejillas no ocultaban dicha acción de calor en su cuerpo y en su alma, no importaba si al ver su avatar, aquel envase que usara para aparecer finalmente en la tierra tuviera otros sentimientos, o otras acciones, ella a la única persona que amaría y serviría seria al alma de su señor…aquella que se manifestaba frente a ella

Cuando hablo de una misión, recién allí levanto un poco su mirada y los ojos negros se posaron en aquellas llamas

Sus deseos son ordenes Hades-sama….


Las llamas formaron un muro y comenzaron a mostrar imágenes las primeras fueron las del santuario, aquellas 12 casas en Grecia que protegían a su diosa, que aunque esta no hiciera nada para impedir el desastre que los mismos humanos hacían allí estaban para entregar sus vidas como ella con su señor, escucho las palabras de aquel rey del inframundo y al parecer Athena no había despertado…y eso por un lado era bueno había que moverse antes de que ella lo haga.
Las imágenes volvieron a cambiar y esta vez mostraron tierras heladas, un castillo, aquella estatua de su dios regente Nórdico.
Pero fueron nuevamente las palabras de su señor explicando el motivo de su misión, tenia que ir a conseguir el favor del dios Odin para que se una a la guerra que no falta tanto por llegar, si el alma del señor del inframundo se acercó con esta petición, esto marcaba que la Guerra Santa estaba ya a la vuelta de la esquina.

Mi señor…-volviendo a bajar la cabeza- Usted puede quedarse tranquilo porque partiré ya mismo en su búsqueda….hablare con el dios demostrándole la verdad y no la mentira que han querido usar para cegar sus ojos….Soraya estrella celestial de la Violencia se retira…

Vuelve a hacerle una reverencia apoyando el puño en el suelo y se paro alejándose, no había mas que decir las cosas estaban mas que claras, ella tenia una misión y la iba a cumplir, los latidos de su corazón se calmaron al alejarse de aquellas llamas y sus mejillas volvieron al color de su piel blanquecina, no le importaba ser su perro, un objeto o nada, solo serviría a su señor por todo lo que había echo por ella y porque fue ella misma quien lo decidió.

Una vez afuera, amplio sus alas como las aves majestuosas imponiendo su presencia, y su energía comenzó a cubrir su cuerpo y basto solo un aleteo para que esta saliera volando y surcando los cielos dejando donde estaba parada un profundo cráter….finalmente para ella la Guerra Santa había comenzado.