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 ::The sonata of death - Ficha de Hades / Abel Delacroix::

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Hades
Dios Hades [Administrador] [Juez]
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Hades


Pez Búfalo
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MensajeTema: ::The sonata of death - Ficha de Hades / Abel Delacroix::   ::The sonata of death - Ficha de Hades / Abel Delacroix:: EmptySáb Mar 17, 2012 9:52 am

Nombre del Dios: Hades

Nombre del recipiente humano: Abel Delacroix

Edad: Inmortal como Hades / 18 años como Abel

Signo zodiacal: Piscis

Tipo de sangre: 0+

Sexo: Masculino

Lugar de nacimiento: Carcasonne, Francia

Lugar de entrenamiento: Sin definir.

Imagen:

::The sonata of death - Ficha de Hades / Abel Delacroix:: Prince_Zuko___Rerender_by_Ninjatic

Descripción Física: Abel es un muchacho alto, rondando el 1.80, de cabellera corta negra, azabache como el ébano, y de abundante flequillo que le cubre parte de un ojo. Apariencia noble y de buen ver con una tez nívea y suave. Sus ojos son dorados, como la dulce miel, aunque generalmente muestran un brillo retraído, tímido y en su mundo que solo se rompe cuando está en presencia de Jeanne. Generalmente viste con ropas cómodas y elegantemente informales, tal como vaqueros y camisas negras, o de otros tipos de colores sobrios. Tiene, por supuesto, ropas mucho más formales para sus conciertos.

Descripción Psicológica: Como Abel Delacroix, es tímido y prácticamente antisocial. No porque no le agrade la gente, sino por el simple hecho de que no sabe, exactamente, el cómo relacionarse con los demás. Su vida de algodones y recluído, desde niño, en la mansión familiar, han conseguido que sea un muchacho solitario. La presencia de Jeanne es suficiente como para colmar sus vacíos, pues daría cualquier cosa por ella, por la mujer de su vida.

Como Hades es un dios bastante complejo. Taciturno, serio, callado y solitario. Aún así, tiene cierto sentido del humor. Es temido y odiado por muchos debido al reino que frecuenta y gobierna con mano firme y de hierro. Pero es el más justo de todos los dioses. Cuando un alma llega al Inframundo, es juzgada de la misma manera que todas, sean de reyes, deidades, nobles, esclavos o plebeyos. No se hace la más mínima distinción. Aún así, aprecia en cierta forma la vida. Detesta a Zeus, pues considera que su hermano menor se aprovechó de la situación para hacer la repartición del mundo como le dió la gana, dejándole a él con el frío y oscuro Mundo de los Muertos. No solo eso, sino que tampoco gusta de su carácter despreocupado y haciendo lo que le viene en gana, solo por ser el actual regente del Olimpo. De momento.

Al mismo tiempo, Hades valora las buenas acciones, por eso, en el Inframundo, ha creado un espacio aparte llamado Elíseos. Un paraíso en el Mundo de los Muertos.

Pero de la misma forma que valora estas buenas acciones, condena lo que los humanos han hecho con la Tierra, con el mundo que los dioses, hace mucho tiempo, les entregaron como un valioso presente, por lo que no será blando a la hora de castigarles.

Otros detalles: Es un excelente violinista, capaz de arrancar emociones diversas con su música y su gran habilidad para con dicho instrumento. Desde alegría, esperanza y emoción, hasta pavor y miedo por algo. Aún como Hades, es extremadamente celoso, posesivo y protector con Jeanne, a la cual sigue apreciendo y queriendo con locura, aunque de manera más comedida.

Historia: Desde hace unos días, no tengo sueños. De ningún tipo, ni alegres, ni pesadillas. Es algo que me resulta extraño, pero que, generalmente, atribuyo al cansancio debido al ritmo de trabajo que me exijo para poder darle una vida digna a Jeanne.

Jeanne...

Abro lentamente los ojos y me la encuentro al lado, en el lecho, con su afable y fresca expresión aún mientras duerme. No dudo en abrazarla un poco más contra mí, pudiendo sentir su calor humano y su aroma. El estar a su lado, es lo único que necesito para seguir adelante. Y, ahora que lo pienso, ya han pasado casi un año y algo desde que me escapé de casa. Mis padres... ¿Estarán bien? Siento haberles causado esa preocupación, pero deben entenderlo, y sé que, a la larga, lo harán.

Nací en Carcasonne, en un hermoso pueblo francés, con un amplio abanico de bellos edificios de la época medieval. Mis padre siempre me han dicho que tengo algo especial, pues parece ser que nací en una fortísima noche de tormenta, donde los relámpagos copaban por doquier el cielo nocturno. Y al son de los violines, ya que, resulta, que no parecía haber querido esperar y mi madre se había puesto de parto, adelantado, cuando mis progenitores acudían a un recital en la zona. Mi madre siempre dijo que, cuando apenas era un bebé, solo la música de los violines lograba apaciguar mis llantos. Quizás por eso me siento tan cercano a ese instrumento.

Fui creciendo entre algodones, entre la gente de la más alta sociedad ya no solo de Carcasonne, sino también de Francia. Lo tenía todo: dinero, talento, una buena vida y un futuro prometedor. Pero me faltaba algo. Siempre me faltaba. Era un niño solitario y taciturno, que rehuía la presencia o compañía de los demás, si podía escaquearme en ciertos casos. No tenía amigos, no sabía lo que era jugar a la pelota, embarrarse hasta las orejas o participar en infantiles disputas. No salía de casa, y mi mundo se limitaba a la mansión y a los extensos jardines. Tampoco iba a la escuela, pues tenía exquisitos profesores particulares que, día a día, venían a casa.

Ese era el vacío que yo sentía.

Al menos hasta que, cuando cumplí los diez años, sucedió algo que yo jamás me esperaría. Me encontraba tocando una de mis composiciones, una pieza que había salido de mi propia cabeza y mi mano, reflejándola en una partitura. Tan absorto estaba en darle forma a dicha pieza con el violín, en el jardín de casa, que no me percaté que estaba siendo observado. Cuando la pieza terminó y abrí los ojos, tras un quedo suspiro triste, mis ojos ámbar se posaron hacia el muro que tenía a mi frente. Casi me dió un infarto cuando, sobre dicho muro, pude observar, como una chiquilla, quizás uno o dos años más pequeña que yo, me observaba totalmente absorta. ¿Cómo se había colado? No era nadie que yo conociese, pues no había niños ni tan siquiera entre el servicio de la casa. Dí un paso atrás, haciendo el amago de salir corriendo mientras mis mejillas se coloreaban de un gracioso y adorable color carmín. ¿Quién era esa niña? Fuese como fuese, sus palabras lograron que, al menos un poco, me tranquilizasen, logrando que no emprendiese la huída.

Pero no fue eso lo que me hizo quedarme. Fue su pregunta. Quería ser mi amiga.

Parpadeé, inicialmente confuso, pues jamás había tenido un amigo, propiamente dicho. Y ahora sí tenía la posibilidad de conocer a alguien más. De tener un amigo. Mi sonrisa debió de ser tal, que la chiquilla, llamada Jeanne, se rió entusiasmada. Así fue como comenzó nuestra amistad, logrando que, al menos con ella, me fuese abriendo un poquito más día a día. Mis sirvientes también debieron de notar ésto, pues al cabo de un tiempo, la dejaban entrar expresamente, y a escondidas de mis padres, pues consideraban que me vendría bien relacionarme con niños de mi edad. Mis habilidades musicales fueron progresando, y si ya antes me gustaba tocar el violín, el deleitar a Jeanne con alguna de mis piezas, antes de un recital, era algo que esperaba con ansias.

Los años pasaron, y la pubertad y la adolescencia llegó para ambos. Fue ahí donde comencé a sentir algo por Jeanne. Algo más que amistad. No concebía un mundo sin ella, sin estar a su lado y, poco a poco, me fui enamorando de esa cabecita loca, que lograba sonrojarme, halagarme y enternecerme a partes iguales. Lo que sería una tremenda sorpresa fue que acabó siendo ella la que se declaró. Bueno... Quizás no tanto, dado mi carácter tímido. ¡Y se me escapaba! Cómo un conejito asustado. Afortunadamente... Pude detenerla a tiempo, y demostrarle con un beso en sus apetecibles labios que sus sentimientos eran correspondidos.

Fue el momento más feliz de mi vida.

A raíz de eso, Jeanne promovió más escapaditas, pudiendo salir yo al mundo exterior más allá de mi casa y de los conciertos que daba, en ocasiones, fuera de Carcasonne. También cabe mencionar que, en algunos de mis conciertos, me había encontrado con otra chica, una bailarina clásica también de la alta sociedad. Minos, creo recordar que se llamaba. Un nombre curioso, para ser sinceros. Era bonita y tenía clase, sí. Pero mi timidez para con cualquier ser humano, a excepción de Jeanne, siempre estaría ahí. Aún así, pudimos cruzar alguna que otra palabra de vez en cuando, lo que me hizo ver que aquella chica era agradable.

Aunque tanto Minos como Jeanne parecían dejar de lado sus "buenos modales", después de que la primera descubriera que la segunda era mi pareja. No comprendía a las mujeres, francamente.

Los meses pasaron, y una idea se iba formando, poco a poco, en mi cabeza. Idea que, un día que Jeanne acudió a verme, como siempre, se la comenté, con toda la franqueza y la ilusión del mundo. No se lo debió de esperar, pues su cara fue tal poema que no pude evitar reírme un poco: Quería escaparme con ella. Huír de esa casa y vivir mi propia vida, sin las ataduras de la gente de alta alcurnia. Y así fue, nos fuimos a Paris, donde actualmente residimos. Mis padres, preocupados inicialmente, por fin comprendieron que ésto era lo que yo quería y nos dieron todo su apoyo. Con dinero suficiente como para subsistir ambos una buena temporada, empezamos nuestra propia vida.

Por supuesto, continué mi trabajo como violinista de éxito. Lo que no sabía... Era que mi vida daría un giro radical.


Última edición por Hades el Lun Mar 19, 2012 8:46 am, editado 2 veces
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Minos
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Libra Gato
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MensajeTema: Re: ::The sonata of death - Ficha de Hades / Abel Delacroix::   ::The sonata of death - Ficha de Hades / Abel Delacroix:: EmptySáb Mar 17, 2012 4:47 pm

Perfecto! Ficha aprobada.
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